El chantaje sobre el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero funciona con frecuencia. El gobierno bolivariano de Venezuela sabe cómo sensibilizar los puntos vulnerables de este sujeto autodeclarado socialista, al punto que lo ha convertido en principal operador internacional del presunto narco régimen encabezado por Nicolás Maduro. 

Las buenas maneras, los trajes impecables solo son un camuflaje. Rodríguez Zapatero pertenece a esa clase de políticos egocéntricos y pícaros del mundo moderno. Si hubiese nacido en América Latina destacaría en irregularidades al lado de Hugo Chávez, Fidel y Raúl Castro, Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega, Saúl Menem, Néstor y Cristina Kirchnner.

Pero José Luis tuvo la fortuna de nacer en Europa, por lo tanto posee una cotización mayor en el mercado político global. Esa cualidad es la que le interesa a Maduro y a los socios de ese impresentable gobierno autocrático y perverso que arruinó en menos de veinte años al país con las mayores reservas de petróleo del planeta.

Rodríguez Zapatero vuelve al auxilio de un régimen que quiere llevarse hasta el último billete del erario nacional. Escribe una carta sensiblera a la OEA (Organización de Estados Americanos) para solicitar más tiempo y alcanzar el diálogo entre el gobierno y la oposición, como si él mismo no supiera que el oficialismo predica la violencia y no cree en nadie.

En esta hora el autócrata Maduro aceptó que Venezuela padece una crisis humanitaria por falta de medicinas y ha aceptado la intervención de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Sin embargo, Rodríguez Zapatero escribe una misiva diplomática como si el país caribeño tuviese sólidas instituciones como Finlandia o Austria.

Tampoco resulta extraño que el expresidente de España, cargo al que llegó como máximo representante del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), haga uso de tanto cinismo. Ya había demostrado esas cualidades cuando hundió al país ibérico en una de las crisis más severas de su historia.

Por eso me parece que el calificativo de miserable lo pinta a la medida. Donde Rodríguez Zapatero asoma las narices la miseria aparece para los demás. Nunca para él, porque aprendió a la perfección el arte de quedar impune ante las faltas y delitos cometidos en serie.

Hablé de chantaje al inicio no para buscar una coartada al buen José Luis, sino porque no creo que exista algún nexo ideológico con Nicolás Maduro que lo impulse a defenderlo sin taparse las narices. Tiene que haber alguna clase de sometimiento para entender ese proceder de uno de los máximos representantes del PSOE, partido en el que alguna vez brilló Felipe González.

En todo caso, habrá que preguntarle a Miguel Ángel Moratinos, excanciller bajo la presidencia de Rodríguez Zapatero, si la proximidad que alcanzó con Hugo Chávez, así como el apoyo incondicional que proporcionó a los embajadores destinados en Caracas tiene algo que ver en todo esto. Hoy se sabe que los hijos de algunos de estos diplomáticos (Alejo Morodo, por ejemplo) recibieron fuertes cantidades de dinero por parte de la ahora quebrada PDVSA. ¿Quizá hubo más?

José Luis aprovecha el membrete de expresidente de España al máximo. Ha realizado su mejor esfuerzo para alargarle vida al fétido gobierno de Maduro. No le ha producido insomnio que lo haya hecho a costa de decenas de miles de venezolanos obligados a una diáspora por Sudamérica. Tampoco le ha tocado ninguna fibra que cientos de miles de enfermos carezcan de medicamentos. Menos le ha importado la ausencia de alimentos en los supermercados. Tampoco que en la lista de acusados por delitos de narcotráfico y lavado de activos en Estados Unidos figuren el vicepresidente Tarek Al Aisami y el expresidente del Congreso, Diosdado Cabello.

Dime con quién andas y te diré quién eres, reza el refrán. Ya sabemos con quien anda José Luis Rodríguez Zapataro. Falta muy poco para saber quién es él en realidad.

*Periodista y editor del blog: www.unavozunavez.blogspot.com